Tienen el don de cambiar vidas, elevarlas hasta lo más alto o hundirlas en el más profundo de los pozos. Hieren y sanan, dependiendo de su procedencia o voluntad (aunque lo hacen también sin intención). Se te quedan grabadas y eres capaz de revivirlas de forma totalmente nítida años después de haberlas escuchado por primera vez.
Y pueden guardarse.
Al sumergirte en «Amor al primer fonema», podrás encontrar una de las cajitas en las que yo guardo mis palabras favoritas. Enlazadas de tal manera que me vacían, me curan y me dan otra perspectiva.